La primera ruta obligada es perderse por las calles del casco antiguo y, recorriéndolas, transportarse a otra época. Infinidad de callejuelas estrechas y callejones sin salida se entrecruzan formando un auténtico laberinto en torno a la plaza mayor. Paseando por ellas, vamos a encontrar los elementos arquitectónicos más característicos del pueblo: los “portales vecinales” o “portalicos”; entradas formadas por arcos o dinteles de sillería, cuyo interior sirve como distribuidor a tres o cuatro viviendas.
En las calles Portalito y Albayacín, podemos ver ejemplos de este elemento. También podemos disfrutar de las vistas que nos ofrecen los miradores de La Molatica, Llanico Perales, Los Molinos y San Sebastián. No hay que olvidarse de visitar la piscina natural de Las Canales, que está situada en el centro del casco urbano, junto a los jardines, con sus fuentes de agua, y el arco de piedra natural de Las Moreras. La naturaleza y la obra del hombre se alternan en total armonía y así lo demuestran los edificios que se incrustan en las rocas que les sirven de cimientos.